Es la formulación de un juicio de valor sobre obras de arte; también en sentido amplio entran en su ámbito todos aquellos escritos, de tipo bastante variado, que se ocupan del arte y de los artistas. Los primeros escritos sobre el arte se remontan a la antigüedad griega, al primer momento en que se afirma explícitamente la autonomía del obrar artístico: se trata de biografías de artistas (Duris de Sarnos, siglo IV antes de Cristo), de tratados técnicos (sobre escultura y pintura, de Senócrates de Esción y Antígono de Caristo, siglo III antes de Cristo, al que se añade, en época romana, el tratado de arquitectura de Vitrubio, basado en fuentes griegas), etc. De estos textos emerge de un lado la importancia de la figura del artista, y de otro, la exigencia de dar un fundamento teórico a su acción. Aparece expresado un criterio para juzgar, que se pone de manifiesto en el más antiguo de los "prejuicios" sobre el arte: la idea, de origen platónico, de que el arte será siempre imitación de la realidad. En el medioevo la labor de los tratadistas se redujo a prontuarios técnicos sobre el uso de los materiales artísticos (Teófilo, siglo XII) o a dictámenes para una iconografía sacra, mientras las guías se transformaron en itinerarios de los lugares santos de Roma y Palestina para uso de los peregrinos. La apreciación de la obra de arte se basa principalmente en el esplendor y riqueza de los materiales (por ejemplo, en los mosaicos) entendidos como símbolos de lo divino. Ya en el período gótico y sobre todo durante el siglo XIV en Florencia, las modificadas condiciones sociales y económicas encontraron nueva expresión también en los escritos sobre el arte. Es significativo que sea Filippo Villani, el que en su obra sobre las glorias florentinas (1381-82) incluya las primeras "vidas" de artistas de la antigüedad, y que Cennino Cennini relacione con una personalidad artística, Giotto, el inicio de una nueva época. La recuperación de la individualidad del artista en relación con el desarrollo de los estudios humanísticos y la elevada consideración de las artes son los puntos fundamentales sobre los que se apoyó el gran florecimiento de textos sobre arte del Renacimiento. El vínculo hasta aquí señalado entre realización artística y escritos sobre el arte se hizo menos intenso en el período del manierismo, al difundirse una tratadística (Lomazo, Zuccari) que ya no se basa en criterios científicos y que desplazó el acento del modelo natural al modelo artístico., La búsqueda de una codificación de reglas para la creación artística condujo a un acusado intelectualismo y a sustituir el hecho concreto del hacer artístico por el predominio de un factor conceptual.El debate sobre el arte se aleja de los artistas para pasar a los "doctos". Personalidades singulares como Boschini en Italia y Roger de Piles en Francia, manifestaron una posición antiacadémica, y un distinto juicio de valor: no por azar los grandes modelos son para uno los pintores venecianos y para el otro Rubens. De otro lado, el predominio del ideal clasicista conoció también un gran florecimiento de escritos sobre el arte, particularmente en la forma de textos (biografías) sobre el arte de las ciudades o regiones italianas. En el período de la ilustración se establecen fundamentos nuevos para toda la problemática relacionada con el arte: de un lado, con los estudios de Baumgarten y Lessing, nació la estética como ciencia autónoma, mientras que, por otra parte, de la aportación clasicista y del "neoclasicismo" teorizado por A.R. Mengs y J.J. Winckelmann nació la "historia del arte" en sentido moderno, como estudio de las obras de arte en sí mismas. Hay que señalar que en el ámbito de la Academia de Francia tomó forma la crítica de arte en sentido específico: las reseñas de las exposiciones (salones) crearon la figura del crítico especializado, del experto que formula juicios de valor sobre las obras de arte contemporáneas, ejerciendo la función de mediador entre artistas y público. A lo largo de todo el siglo XIX, la ampliación del mercado artístico, fruto de la afirmación de la burguesía industrial, la multiplicación de las exposiciones, el nacimiento de una prensa especializada, ofrecen un campo cada vez más dilatado para la intervención de los críticos. Pero al mismo tiempo se creó una profunda dicotomía entre la actuación del historiador y la del crítico de arte contemporáneo dicotomía todavía no superada. Mientras, los estudios de historia del arte se han ampliado y perfeccionado, en conexión con el gran desarrollo de las ciencias históricas en el siglo XIX. Se sistematizó así un inmenso patrimonio por obra de personalidades como Rumohr, Passavant, Morelli, hasta Adolfo Venturi y Longhi, que en nuestra época puede considerarse el último de los grandes "conocedores". Si el pensamiento de Fiedler es de tipo filosófico, H. Wolffin ha realizado una aplicación en el plano historiográfico. A la corriente formalista se contraponen estudios basados en el contenido y en el significado de la obra de arte, cuya historia se considera como "Historia de la cultura" (Burckhardt) o como "Historia del espíritu" (Dvorák), y que culminan en la obra de A. Warburg, fundamento de los estudios de iconología. Vasto y muchas veces contradictorio es el panorama de los métodos y de las tendencias de la historiografía artística más reciente, vinculada a las más actuales corrientes del pensamiento . El desarrollo de la metodología del estructuralismo ha producido algunas tentativas de lectura de la obra de arte en clave estructural (De Fusco, Brandi).